jueves, 4 de diciembre de 2014

Cuenta hasta 10

Me vengaré, lo juro por el infierno que arde bajo mis pies que pagarás cada gota salina que derramé.
Disfrutaré de tu miedo y llanto cuando veas mi pie aprisionando tu pecho fuertemente.
Haré que te arrepientas de tus errores más simples que no soportaras ni un minuto más.
Gritarás mi nombre suplicando que mi implacable ira se aleje de ti.
Te arrastrarás como un gusano para poder lamer mis pies para que yo piense en perdonar tu ofensa.
Aplastaré tus virtudes simplemente con el peso de mis palabras y derrumbare tu orgullo con el mínimo gesto.
Patearé tus palabras hasta el final de tu garganta para que te ahogues lentamente hasta la muerte.
Con mis propias manos desgarraré tu piel y la guardaré como mi preciado trofeo de guerra.
Estrangularé tu alma tan dulcemente para tatuar en mi retina el gesto de tu rostro al perder todo.
Me pedirás perdón mil veces...

 Y te perdonaré a la 1.001... después de haber saciado mi hambre te perdonaré, porque te amo.

martes, 18 de noviembre de 2014

La Bestia.

    Busqué tus ojos en la noche,
mirando al cielo escruté
en ese negro infinito. En el valle
gris nada se movía, solo
un tenue susurro agitaba
las pequeñas de los
árboles que se alzaban
con sus brazos hacía
la noche.

   Avancé entre el valle suavemente,
buscándote en esa obscuridad
violadora. ¿Dónde te escondiste,
pequeña? Tropieza con unas piedras,
caigo, me enlodo pero no
me detengo, necesito,
tengo que encontrarte.

   El viento sopló con extrema
fuerza, casi levantándome
del suelo, colándose por
mis ropas. Escucho un
suave gemido entre los
arbustos. Eres tú, lo sé, solo
tú tienes esa voz tan dulce
al temer, solo tú le temes
al aliento de Eolo.

   ¡Aquí estás! Salto sobre
ti, te asustas y me golpeas
fuertemente con tus manos.
Tranquila mi pequeño pajarito.
Tranquila, me temes por
mi porte, mis manos toscas,
mi rostro desfigurado
por tragedias que ya olvide,
me temes por mi voz gruesa
y metálica, por la brusquedad
de mis movimientos,
simplemente me temes
por ser yo.

   Tranquila, te ayudaré.
Nada sirve para calmarte y tú
solo te agitas como una
hoja al viento para tratar
de soltarte de mi horribles manos
y de mi doloroso agarre.

   Golpeas ese bulto bajo mi ojo,
esa especie de masa dura
que parece un tumor bajo mi ojo
derecho, un dolor punzante y
grito, de golpe te suelto,
caes fuertemente golpeando
tu delicada espalda contra
el duro suelo, huyes de mi, te
alejas llorando de mi, me temes.

   Yo solo quería protegerte.
Lloro, las lagrimas corren
por todas las deformidades
de mi rostro. Las masas
callosas de mis mejillas,
por mis labios exageradamente
gruesos y ajados, por el costado
de mi aguilada y chueca nariz, y
por ese surco que cruza en extensión
mi mejilla derecha, abajo de ese
bulto infernal.

   Corren por todo este valle
de miedo y dolor, corren
quemando la piel, arrasan con
todo dejando al descubierto mi
amor hacía ti, mi princesa.
Pero a pesar de eso,
jamás entenderás de que
no importa lo horrible de mi gesto.
Te amo, porque eres la única y
más hermosa flor
en este maldito valle gris.

domingo, 2 de noviembre de 2014

La miseria. Parte 3

  Volví a verlo pero no en el mismo punto donde habíamos quedado, ya se había fugado esa magia ante el inexistente primer beso. No podía volver el tiempo atrás y volver a ese momento en el cual yo estaba prendida de los luceros que eran tus ojos.

  Caminábamos, tomados de la mano y muy lento por la calle, corría una brisa muy suave que enfriaba el rubor de mis mejillas, sentía que el corazón se me saldría del pecho tan solo con sentir su proximidad, paseábamos por los barrios más antiguos de Santiago, lentamente admirábamos cada casa, cada edificio y veíamos cada figura de este Santiago totalmente hermoso. Me miró de esa forma que solo sus ojos saben y me mostró su hermosa sonrisa al decir mi nombre bajito, lo mire con la esperanza de atesorarlo para siempre en la retina de mis ojos, para poder guardarlo en ese rincón obscuro donde nadie podría arrebatármelo, en ese lugar escondido de todo mortal donde él pudiera ser mio para siempre.  Seguimos andando como si el tiempo no existiera en nuestro mundo donde solo estamos Tú y Yo, reía de comentarios tontos que hacías al señalarme los edificios y te empujaba suave con el hombro sonriéndote, como si no supiera hacer otra cosa al estar contigo, siempre sonreír. Me abrazó lento por la espalda y besó mi cuello, se rió contra el y volvió a susurrar esas palabras que no puedo recordar, sentí los cristales de sus lentes contra mi oreja mientras Él seguía abrazándome por detrás, haciendo que nos balanceáramos  de un lado para otro al caminar. Reíamos fuerte, sentía su pecho vibrar contra mi espalda y su mentón apoyarse en mi cabeza. Era tan alto, tan jodidamente alto, su cuerpo podía cubrir el mío y protegerme de todo. 

  Me duele el pecho, se me hace un nudo en la garganta en pensar en Él como un sueño, aún no te encuentro vida mia, todavía  no toco esa piel que se que me pertenece, que tu juraste tácitamente entregarme exclusivamente. ¿Por qué me dejaste sola y no me llevaste a ese lugar donde solo seriamos los dos? ¿Por qué me abandonaste?

  Me dí media vuelta y quede frente a ti, te acercaste lentamente a mi rostro. Sentía que el pecho me iba a reventar, el corazón me saltaba extasiado ante la proximidad tuya y la del inminente encuentro de nuestros labios pero te detuviste a unos escasos centímetros de mi, susurraste algo con un sonrisa ladina en tus labios. Algo que no recuerdo y que me atormenta.

  Y me acerque con el corazón en la mano, con todos los colores en el rostro y con las lágrimas agolpadas en los ojos, estaba a un segundo de alcanzar la gloria de tus labios para no separarnos nunca más pero lo único que pasó fue lo mismo que la noche anterior, desperté. Abrí los ojos de par en par para verme en la soledad y obscuridad de mi habitación, los cerré con rabia tratando de volver a donde estabas, lloré y grite maldiciendo al cielo por no poderte tener, me retorcí en la cama con un agudo dolor en el pecho y con la respiración agitada, desgarre mi pecho en busca de parar a ese corazón que se agita por un fantasma, un misero ente que no existe.

  

lunes, 20 de octubre de 2014

La miseria. Parte 2.

  Creo que era un Martes cuando por primera vez soñé con Él , estábamos los dos en un lugar conocido por mi, la sala en la cual la madera predominaba, en la cual yo era la mujer más feliz que podía existir. Estaba sentado a mi lado y con su hermosa voz entonaba una melodía bastante melancólica que evocaba a los días pasados. Al parecer yo con Él ya nos conocíamos, nos tratábamos de una forma familiar y cariñosa, además las personas que nos rodeaban no se extrañaban de su presencia, es más se alegraban de que estuviera allí.. Entre tanto el piano comenzó a sonar con una melodía para mis oídos conocida, Que me queréis cavallero, como casi por inercia comencé a cantar.

 ¿Qué me queréis, cavallero?, Casada soy, marido tengo.

 Él a mi lado simplemente me miraba con esos ojos, que a pesar de los cristales, que podían atravesar mi alma.

  Que más que a mi yo lo quiero, casado soy marido tengo.

  Su calor me atravesaba las mangas del chaleco, estaba a mi lado, quieto y sonriendo al verme cantar, atento a cada silaba que contorneaban mis labios, quemándome con la mirada.

¿Qué me queréis, cavallero? Casada soy, marido tengo.

  La canción terminó y el me miraba atentamente, lo mire y por unos instantes sentí que todo eso era real. Él, la música, el calor de su cuerpo, la sala, sus ojos, mis ojos, Él y yo.

  Sin miedo me apoye en su cuerpo como si cantar se hubiera llevado de mi todas mis fuerzas y Él, con calidez, me rodeo con sus brazos susurrándome al oído cosas que no me puedo y no quiero recordar. ¿Por qué tan frágil y temerosa es la memoria? Olvida los sueños y momentos vívidos en brazos de Morfeo pero recuerda vívidamente los temores y horrores vívidos en noches de mal dormir. ¿Por qué la memoria teme tanto? No entiendo porque no recuerda el calor de noches que no existieron y me atormenta creando posibilidades que se llegan a parecer pero que jamás son la misma, aun no entiendo por qué mi memoria olvido esas palabras que agitaron mi corazón esa noche de Martes y le dieron sentido a lo que hoy estoy aquí escribiendo, con el alma encendida y el pecho expuesto tratando de buscar aunque sea una amago de lo que fueron esas dulces palabras susurradas en mi oído, esas palabras que cambiaron mis noches, mis días. ¿Por qué mi memoria me hace sufrir? ¿Por qué?

 Mi cabeza apoyada en tu pecho, levanto mi mirada buscando tus ojos y te ríes de mí al ver la cara de niña que coloco al posar mis ojos en tu rostro. No son más que instantes nocturnos pero claramente puedo decir que estoy enamorada de ti y Tú también de mí, lo sé por la forma como acaricias mi mano, con esa infinita delicadeza como si yo fuera de cristal, lo sé por la forma en la cual me sostienes la mirada y le das besitos a mi cabeza, lo sé porque al más mínimo movimiento que haga tú me abrazas fuertes, como queriendo que no me vaya.

  Me alejo un poco de ti y me siento derecha en la silla, tus manos buscan las mías, las sostienes y acaricias lentamente. Yo vuelvo a cantar, para eso estoy ahí pero esta vez también lo haces tú, con esa voz dulce y limpia que posees que solo puede ser obra de mi mente, esa voz que es imposible olvidar y recordar. ¿Por qué mi mente me juega tan cruel pasada, por qué tiene que olvidar y guardar en lo más profundo de si momento precioso en el cual cantas? Te miro y me rio bajito, esa cara que colocas mientras tratas de recordar la letra es infinitamente graciosa, me empujas suavemente  con el hombro y sonríes.

  En estos momentos, mientras escribo esto siento que Él está aquí conmigo, riendo por la forma en la cual no olvide ningún detalle excepto el más importante, siento que si estuviera aquí conmigo me diría que no importa que no recuerde esa parte del sueño porque Él estaría aquí toda la vida diciendo mi nombre para no volver a olvidar jamás.

  Ha terminado, mucho por hoy, ya somos libres. El ensayo a terminado pero a pesar de eso no nos levantamos, vuelvo a apoyarme en ti y Tú vuelves a rodearme con tus brazos susurrando cosas en mi oído, rio y te golpeo suavemente en el pecho,  me besas la coronillas con esos pequeños besos que hacen que se me erize el cabello de la nuca. Te amo. Levanto mi cabeza y busco tus labios en busca de ese contacto tan preciado que hace que ardan los labios de pura pasión y felicidad pero no llega, a unos centímetros de tocar esa preciada piel que siempre me brinda la más bellas de la sonrisas salgo del sueño y casi por razones infernales abro los ojos y al darme cuenta de que fue todo un sueño los cierro y apretó fuertemente tratando así de volver pero no ocurre. Los aprieto fuertemente recordando la imagen de tus labios aproximándose a los míos, los aprieto mientras las lagrimas caen por mis ojos de pura impotencia, tratando de caer otra vez.Por primera vez te perdí, aunque parezca mentira te perdí en el momento preciso, aunque jamás me crean desperté un instante antes de besar las puertas del paraíso para caer de golpe en lo que es el infierno. Mi realidad.

  Quise no tomarle importancia y pensar que solo fue un buen sueño y nada más, solo una noche más la que había pasado, nada que transcendencia en el tiempo, nada que afectara mi sistema.


  Le conté mi sueño a mi hermana y esta pensó que no era nada del otro mundo, algo simple y hasta se dio el placer de contarme un sueño bastante raro que ella también tuvo, algo que tenia que ver con dragones y erizos, nada muy coherente. Eso me relajo bastante pero esa misma noche fue la que me trastorno completamente he hizo que mi vida se fuera totalmente a mierda.


domingo, 12 de octubre de 2014

Quien se adentra no encuentra salida.

 

  Ya no tenia nada que perder, el frío calaba los huesos y tres hombres extraños me seguían pero ya no tenia nada que perder. Juventud, inocencia, tranquilidad, calma, amor, cariño, todo eso lo entregue a cambio de unas monedas, por unos centavos que terminaron en una cajetilla de cigarros y una botella de licor. Eso era yo pues es chaleco que cubría mi cuerpo no valía ni un décimo.  Encendí el primer cigarrillo, mi aliento en la fría noche se confundía con el humo de este, la botella colgaba de una de mis manos y aún estaba casi llena.
El cigarro ardía y su humo se me impregnaba en el pelo mientras menos me importaba el mundo, y los hombres me seguían o a lo mejor tal vez, solo tal vez, seguían a mi cuerpo, un cuerpo que parecía de una mujer madura, ellos solo veían el cuerpo que era solo eso, un cuerpo, nada más había. Una melena, el cuerpo envuelto en un chaleco, los cigarrillos y la botella de licor colgando de mi mano. Eso es lo que era, eso es lo que soy, no hay ojos, no corazón, no hay pulmones, no hay sangre. Solo un envase vacío que fuma un cigarro, que deja caer la botella de sus manos, que es seguido por tres hombres.  Es devorado por tres hombres, humo y vacío.

lunes, 29 de septiembre de 2014

La miseria. Parte 1.

  El hombre se volvió miserable desde que supo que jamás estaría completo otra vez, desde que perdió y entrego su alma a los dogmas de este mundo, la religión, el miedo, la política volvieron al hombre un ser que no hace más que llenar un vacío tan grande como el universo mismo.

  Ese vacío que fue creado por Dioses erguidos por los mismo hombres por el miedo de ser ellos superiores para poder así adorarse a ellos mismo sin saberlo, alaban a Dioses de papel mache y cartón adornado de colores de fantasía, adoran mentiras para satisfacer el deseo que tienen por sentirse menos miserables, menos pequeños, menos solos, menos seres humanos.

  La miseria se volvió parte de nosotros y la hemos intentado llenar con arte, música, literatura, cine y amor, este último a sido nuestro recurso más utilizado a la hora que querer llenar el vacío que sentimos en nuestro interior que nos hace desear más, que no nos deja dormir bien, que impulsa nuestras vidas, queremos suplir ese deseo incesable de carencia que tenemos con cualquier fruslería barata que nos vendan: amistad, caridad, amor al prójimo. Nos venden una cura que ni ellos comprarían, pero eso no significa que yo no crea en el amor, si no más bien que lo encuentro insignificante y bastante doloroso por eso lo ignoro, hasta que se convirtió en parte de mi vacío.

  Mi vacío, ese espacio creado una noche que no recuerdo por un hombre que no conozco, pero que vi en sueños, que me trataba cual mariposa y a pesar de jamás tocarlo podía sentir el calor de sus brazos rodeándome y el olor de su perfume entrando a mi sistema.

 Cabello claro, ojos detrás de unos lentes sé que son gentiles, en los labios siempre una sonrisa con esos dientes perfectos, una voz algo grave pero dulce al decir mi nombre, alto, delgado y de piel clara.  Es una persona totalmente ajena a mis gustos pero que en dos noches simplemente congeló mi corazón, impidió que latiera por alguien más que no fuera él, no me dejó respirar sin dedicarle a él cada suspiro, mi mente se inundó con su fugaz recuerdo como si de veneno se tratase, lleno casa fibra de mi ser que yo no podía andar si no era para buscarlo a él. Sé que suena un poco exagerado pero así fue, simplemente después de dos noches soñandolo fue suficiente para que me infectara como un virus y se apoderara hasta del último nervio de mí ser.


  He aquí la miseria de mi propia alma....

El por qué de todo.


   Buenas, me quiero presentar. Soy Antonia, creadora de muchos relatos que nadie conoce y vi que ya era hora de poder sacar ciertas cosas a la luz y que la gente en realidad interesada tenga la oportunidad de leerlo y si tiene suerte hasta de disfrutarlo.

   No haré promesas falsas ni esas mierdas que no son mi estilo, prefiero ser sincera y decir que intentaré al menos subir una entrada por semana y sin ningún aviso previo, soy más del tipo independiente, así a los interesados tendrán que estar atentos a cada actualización.

   Dudo que haya semana en la cual no suba nada, así que si pasará podréis castigarme como os plazca (haced volar vuestra imaginación pero sin guarradas).


   Eso sería todo.

       Nos leemos muy pronto mis queridas ratas.